sábado, 10 de agosto de 2013

El síndrome del muerto viviente


En el verano de 2012, en una carta al editor del Journal of Neuropsychiatry & Clinical Neuroscience, Huber & Agorastos describían el caso de  ‘Mr. H’, un varón con esquizofrenia paranoide e historia previa de abuso de cannabis. ‘Mr H.’ fue ingresado en una unidad de psiquiatría tras haber agredido a varias personas. Pero lo más curioso fue su justificación de porqué lo hizo.  Según describieron los autores, el paciente afirmaba haber muerto ahogado en un lago años antes, aunque decía haber sido reanimado en forma de ‘zombi’ gracias a la radiación de los teléfonos móviles. Así, sentía que aún estaba muerto, que aún estaba bajo el agua y que todos los demás humanos habían pasado por la misma situación que él, con lo que todos eran ahora zombis. Al preguntarle por una explicación y justificación para su conducta violenta, el paciente argumentaba que por supuesto es moralmente incorrecto golpear a personas vivas, ¡pero no hay nada de malo en golpear a zombis! Además, y dentro de su delirio, no tenía miedo de ser perseguido por la ley pues ya estaba muerto y carecía de sentimientos.
‘Mr H.’ sufría lo que se ha denominado síndrome de Cotard en honor al neurólogo francés que lo describió más detalladamente, un cuadro clínico que se ha observado en casos de traumatismos, esclerosis múltiple, tumores cerebrales, tifus y esquizofrenia, entre otros.

Características clínicas

Garry Young (2012) cuenta en su publicación  en Philosophy, Psychiatry & Psychology (2012) cuáles son las características de este síndrome tan espectacular y que nos deja atónitos. Entre ellas destaca la creencia de que uno no existe o que está muerto (o en ocasiones alguna de sus partes del cuerpo). Se consideraba como  parte de un trastorno más complejo llamado ‘delirio de negación’ que incluía también ideas suicidas, melancolía ansiosa (depresión intensa),pensamientos de sufrir un daño grave o estar poseído, y también ilusiones de inmortalidad.
Como dato llamativo está el hecho de que puedan englobarse dos de esas manifestaciones, en principio opuestas, dentro el mismo cuadro clínico. Así, encontramos, por un lado, la negación de la propia existencia y vida del sujeto, y por otro, la idea de inmortalidad. Según describe Young, hay dos rasgos generales en el síndrome que agruparían sus características clínicas.  Por un lado, los pacientes presentan depresión intensa y esto se asociaría con la melancolía y las ideas suicidas, y por otro, los pacientes sufrirían lo que él ha descrito como un ‘cambio en la existencialidad’, que podría mostrarse como la sensación de no existir y/o la sensación de inmortalidad, según cada paciente. Young plantea que lo que sucede en el síndrome de Cotard es una alteración del estado de familiaridad con aquellos estímulos que percibe la persona, incluido ella misma.
En los intentos por explicar la fenomenología del síndrome de Cotard desde un punto de vista más próximo a la neurociencia, se ha demostrado que estos pacientes tienen, además, una falta de respuesta afectiva ante las caras familiares (medido con la respuesta de conductancia de la piel). Según Young y Leafhead (1996) el paciente con síndrome de Cotard intenta explicarse el hecho de no sentir emoción con un rostro conocido como consecuencia de un cambio en sí mismo (y lo relaciona con la depresión que sufren estos pacientes), llevándole a la conclusión de que debe estar muerto.
Otros autores como Ramachandran y Blakeslee (1998) proponen que estos sujetos tienen una alteración más global de las vías neurales que se proyectan al sistema límbico. Esto conllevaría un aplanamiento en todas las respuestas afectivas a cualquier estimulación sensorial (no solo las caras).
Según Ratcliffe (2008) se habría perdido el sentimiento que todos tenemos de pertenencia o de participación como parte del mundo. Sería la pérdida del sentimiento de familiaridad con el mundo, así como el no sentirse dueño o poseedor de las propias experiencias.

He aquí un corto video y concreto sobre este curioso síndrome:

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